Ahora investigan si el níquel de las baterías de sal fundida podría sustituirse por completo por zinc, un material abundante en la corteza terrestre, y que plantea otro de los retos que deberán resolver los especialistas del Empa y Horien.
«El bajo punto de fusión del zinc, es la temperatura a la que cambia de estado de sólido a líquido, supone un reto tecnológico, teniendo en cuenta la elevada temperatura de funcionamiento actual de las baterías de sal», afirma Meike Heinz.
Los investigadores ya han encontrado métodos prometedores para solucionar este problema, y sus próximos pasos serán intentar mejorar y ampliar las baterías de sal sin níquel.
La seguridad y larga vida útil de las baterías de sal, sumada a su futura fabricación sin materias primas críticas como el níquel, harán que sean ideales para el almacenamiento estacionario, aseguran.
“Si se pueden producir de forma barata y en grandes cantidades, algún día podrían proporcionar electricidad no solo a las antenas de telefonía móvil, sino a zonas residenciales enteras” concluyen.