Santo Domingo, RD – 21 de enero de 2025
Momentos de angustia y consternación vivieron los feligreses dominicanos cuando, el 17 de julio de 1971, la venerada imagen de Nuestra Señora de La Altagracia fue sustraída de la Basílica de Higüey. Este incidente marcó la primera profanación en más de 400 años de historia de la sagrada reliquia, causando una conmoción sin precedentes en la sociedad dominicana.
El cuadro, decorado con un marco de oro y piedras preciosas, incluyendo una esmeralda del anillo pastoral del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, fue robado de manera meticulosa. Según informes iniciales, los intrusos rompieron los objetos que la fijaban y lograron llevarse la imagen sin causar mayores daños visibles. Herramientas como alicates, destornilladores y guantes fueron halladas en el sótano del templo, indicando que los responsables conocían bien la Basílica.
Un acto de fe y esperanza
En medio del dolor por la pérdida, miles de fieles inundaron las calles de Higüey, orando con fervor por la pronta recuperación del cuadro. Monseñor Juan Félix Pepén, obispo de la diócesis, expresó su esperanza de que los responsables “se sientan obligados a devolver el cuadro amado intacto”.
Mientras tanto, la Policía Nacional intensificó las investigaciones, identificando a Enrique Antonio Paulino Cueto, de 27 años, como el autor intelectual del robo, y a Juan Bautista Silverio, de 20 años, como el ejecutor material. Ambos planearon el delito durante dos meses con la intención de pedir un rescate de 5,000 pesos.
El regreso del símbolo devoto
Tras 60 horas de búsqueda, el cuadro fue recuperado en el patio de una vivienda en La Romana. La noticia fue celebrada con júbilo en todo el país, y el 21 de julio de 1971, la imagen regresó a Higüey en una caravana festiva que recorrió varias provincias.
A su llegada, los devotos llenaron las calles, creando altares improvisados y ofreciendo flores y cantos en honor a “Tatica”, como cariñosamente llaman a la Virgen. En una emotiva ceremonia presidida por Monseñor Pepén, la imagen fue devuelta a su retablo en la Basílica de Higüey, seguido de una misa de Acción de Gracias.
El entonces presidente Joaquín Balaguer agradeció la cooperación de la Policía Nacional y del pueblo, destacando que “cuando hay cooperación de todos, todo es posible”.
Un llamado a la reflexión
Este suceso, aunque doloroso, fortaleció la fe del pueblo dominicano y recordó la importancia de la unidad en torno a los valores y tradiciones religiosas. La imagen de Nuestra Señora de La Altagracia sigue siendo un símbolo de esperanza y protección espiritual para los dominicanos.