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El colesterol alto: un enemigo silencioso que podemos vencer desde la infancia

Por el Dr. Alberto Cafferata, cardiólogo experto en lípidos

En el mundo, más de 3.6 millones de personas mueren cada año por enfermedades cardiovasculares provocadas por el colesterol LDL elevado, también conocido como colesterol “malo”. A pesar de esta cifra alarmante, la mayoría de las personas desconoce que vive con niveles peligrosamente altos, porque el colesterol no duele, no se ve y no da síntomas claros… hasta que ya es tarde.

Como especialista en lípidos, he sido testigo del daño silencioso que causa esta condición. En América Latina, nos enfrentamos a un problema de salud pública invisibilizado por la falta de campañas sistemáticas de detección precoz. Mientras algunos países, como Inglaterra, tienen programas de tamizaje ambiciosos, en nuestra región la prevención cardiovascular aún depende demasiado de la iniciativa individual y del acceso desigual a la salud.

Un enemigo que ataca desde la infancia

Lo más preocupante es que este enemigo comienza a actuar desde edades muy tempranas. Hoy en día, recibo en mis consultas a niños menores de 12 años con alteraciones lipídicas significativas referenciadas por sus padres. Muchos de ellos tienen antecedentes familiares ignorados por años.

La hipercolesterolemia familiar, una condición hereditaria que puede provocar infartos en la mediana edad, tiene una prevalencia de hasta 2.5%. Esta condición debe ser detectada a tiempo para evitar desenlaces fatales.

¿Qué podemos hacer?

  1. Realizar perfiles lipídicos a todos los niños entre 9 y 11 años, y repetirlos según el caso en la adultez o anualmente en mayores de 40 años.

  2. Actuar en cascada: si un niño tiene colesterol alto, toda la familia debe evaluarse.

  3. Fomentar una cultura alimentaria saludable desde la infancia, evitando alimentos ultraprocesados y promoviendo patrones como la dieta mediterránea, que ha demostrado aumentar la sobrevida cardiovascular.

Las herramientas existen, pero la conciencia es clave

Tenemos tratamientos efectivos: desde las estatinas hasta nuevos fármacos hipolipemiantes con gran tolerancia y eficacia. El tratamiento adecuado y controlado permite alcanzar los objetivos terapéuticos establecidos por las guías internacionales.

Pero sin conciencia ni acción, cualquier tratamiento llega tarde. Lo primero es prevenir.


El colesterol alto puede ser un asesino silencioso, pero también es una condición controlable. La prevención no es un lujo; es una necesidad que debe comenzar desde casa, desde la infancia y con políticas públicas activas.